
Libertad según Cristo – Parte 1
Gálatas 5:1 | ¿De qué somos libres… y para qué?
La libertad es uno de los grandes anhelos del ser humano. A través de los siglos, personas y pueblos enteros han luchado y hasta dado su vida en su búsqueda. Sin embargo, cuando abrimos la carta de Pablo a los Gálatas, descubrimos que hay una libertad aún más profunda, más urgente y más necesaria: la que Cristo nos ofrece.
En Gálatas 5:1, Pablo declara con claridad:
"Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud." (DHH)
Pero, ¿de qué libertad está hablando? ¿Libertad de qué… y para qué?
No hijos de la esclava, sino de la libre
Ya en el capítulo anterior, Pablo había marcado una distinción crucial:
"De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre." (Gálatas 4:31)
Nuestra identidad como creyentes no está definida por una ley que condena, sino por una promesa que libera. No somos esclavos del sistema de obras, sino hijos nacidos por la gracia, llamados a vivir en libertad.
La estructura del pasaje (Gálatas 5:1-15) se puede dividir naturalmente en tres bloques:
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El Postulado (v.1)
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La Digresión (vv.2–12)
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El Desarrollo del Postulado (vv.13–15)
En este primer artículo, nos centraremos en el Postulado, que establece el principio fundamental de esta sección: la firmeza en la libertad de Cristo.
Mantente firme en la libertad
Pablo comienza con una exhortación clara: "Estad, pues, firmes". La libertad cristiana no es un sentimiento vago, sino una realidad espiritual que debe ser sostenida y defendida. La frase que encabeza el versículo en griego enfatiza esta idea: "En la libertad con que Cristo nos hizo libres…".
Esta libertad no es autonomía ni desenfreno. Es libertad del yugo de esclavitud —es decir, del intento de alcanzar justificación por obras, del sistema legalista que impone cargas que nadie puede llevar. En términos contemporáneos, es la libertad del deber ser que nos condena al fracaso, la libertad de no tener que ganarnos el amor de Dios, porque en Cristo ya lo hemos recibido.
Una advertencia necesaria
Esta firmeza en la libertad implica rechazar todo intento de regresar a las cadenas del legalismo. Pablo nos prepara para argumentar esto en los próximos versículos —que exploraremos en el siguiente artículo—, pero desde ya nos anticipa: no se sometan otra vez al yugo de esclavitud.
La libertad que Cristo da no es una puerta abierta al libertinaje, ni tampoco una excusa para el desorden, sino un llamado a una vida que glorifica a Dios desde el amor, no desde la obligación.
En la próxima entrega: "Libertad según Cristo – Parte 2", exploraremos la digresión de Pablo en los versículos 2 al 12 y su apasionada defensa de esta libertad en contra del legalismo religioso.