Poder de Dios para Salvación (Parte 2)

26.08.2025

Viviendo una fe que descansa en Dios y no en los hombres


Introducción

En el artículo anterior reflexionamos sobre cómo Pablo predicó a Cristo crucificado sin apoyarse en discursos humanos. Hoy queremos profundizar en cómo ese mismo principio se aplica a nuestra vida cristiana.


Para los predicadores: confianza en el mensaje

El ministerio cristiano no depende del carisma ni de la capacidad de oratoria. Pablo dijo:
"Mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder." (1 Co. 2:4).

Esto significa que el impacto no viene de nuestra voz, sino del Espíritu que respalda la Palabra.


Para la iglesia: discernir dónde está nuestra fe

Pablo buscaba que la fe de los corintios no estuviera fundada en hombres, sino en Dios.
Hoy también debemos preguntarnos:

  • ¿Seguimos a Cristo o a predicadores?

  • ¿Nuestra confianza está en el mensaje o en quien lo transmite?

Una iglesia saludable no depende de personalidades, sino del poder de la Palabra.


Para cada creyente: una fe firme en Cristo

Muchas veces nuestra fe se tambalea porque la apoyamos en emociones, en experiencias o en personas. Pablo nos recuerda que la verdadera fe está cimentada en el poder de Dios.
Esto nos da seguridad: lo que viene de Dios permanece firme.


Conclusión

El evangelio no necesita adornos humanos para ser eficaz.
La cruz es suficiente.
Nuestra tarea es confiar, predicar y vivir esa verdad: la fe cristiana descansa en el poder de Dios, no en la sabiduría de los hombres.