Poder de Dios para Salvación

22.07.2025

Vivimos en una época donde las personas valoran el carisma, la elocuencia y la lógica humana. Pero el apóstol Pablo nos recuerda en 1 Corintios 2:1–5 que la verdadera fe no descansa en discursos persuasivos, sino en el poder de Dios.


No palabras, sino testimonio

Cuando Pablo llegó a Corinto, no buscó impresionar con su conocimiento ni con frases ingeniosas. Su misión era clara: anunciar el testimonio de Dios.
Su mensaje no era un sistema filosófico, sino una persona: Jesucristo, y este crucificado.


El centro del mensaje: Cristo crucificado

Pablo decidió no poner el énfasis en nada más que en la cruz.
Para algunos era locura, para otros escándalo… pero para los que creen, es el poder de Dios para salvación.

El evangelio no es un accesorio de la vida cristiana, es el corazón mismo.

Un mensajero humilde

El apóstol reconoció su propia debilidad: "estuve entre vosotros con temor y temblor".
Su ministerio no descansaba en su personalidad ni en su formación rabínica, sino en la acción del Espíritu Santo.

El poder está en el mensaje

Pablo lo dijo con claridad:
"Mi palabra y mi predicación no fueron con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder." (1 Co. 2:4).

El resultado: una fe genuina que no depende del hombre, sino del Dios vivo.


¿Qué significa para nosotros?

  1. Predicadores y maestros: nuestra confianza debe estar en el mensaje, no en nuestra capacidad.

  2. La iglesia: necesitamos examinar si nuestra fe descansa en Cristo o en impresiones humanas.

  3. Cada creyente: no se trata de lo que sentimos ante un buen orador, sino de si hemos creído en el poder de la cruz.


Conclusión

El mensaje de la cruz no es débil ni superficial. Es el poder de Dios para transformar vidas.
Hoy más que nunca, necesitamos recordar que la fe verdadera no se fundamenta en hombres, sino en el Señor Jesucristo.