El Carácter de Cristo: La Marca del Verdadero Discípulo
"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús."
Filipenses 2:5
¿Qué significa realmente parecernos a Cristo?
Durante siglos, se ha repetido en la iglesia la idea de que debemos tener el carácter de Cristo. Pero ¿nos hemos detenido realmente a considerar cómo era ese carácter? ¿Y qué implica que Cristo sea formado en nosotros, como decía el apóstol Pablo en Gálatas 4:19?
No se trata solo de imitar externamente a Jesús, ni de adoptar una serie de virtudes. El verdadero discipulado implica una transformación profunda, en la que su carácter se graba en nuestra vida como una marca viva.
1. El carácter de Cristo: la marca del verdadero discípulo
La palabra "carácter" proviene del griego charaktēr, que significa una marca grabada, como la señal distintiva en una moneda. Así como el sello de una moneda revela su origen, el carácter de Cristo en nosotros es la señal visible de que somos sus discípulos.
Jesús mismo dijo:
"En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros." (Juan 13:35)
No se trata de virtudes humanas aisladas, sino de la vida de Cristo expresándose en el creyente. Como dice 1 Juan 3:2–3, cuando Él se manifieste seremos semejantes a Él, y esa esperanza nos purifica.
2. El carácter de Cristo es equilibrio perfecto
Uno de los rasgos más asombrosos del carácter de Jesús es su equilibrio. Unía virtudes aparentemente opuestas en armonía total:
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Firmeza sin dureza (Mateo 21:12–13)
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Humildad sin debilidad (Mateo 11:29)
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Autoridad sin orgullo
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Gozo sin liviandad
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Seriedad sin severidad
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Justicia sin fanatismo
Esta perfección proviene de dos aspectos inseparables:
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Santidad ontológica, por su unión eterna con el Padre:
"Sed santos, porque yo soy santo." (Levítico 11:44)
"El que me ha visto a mí, ha visto al Padre." (Juan 14:9) -
Santidad moral, manifestada en su obediencia y fruto espiritual:
"El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz..." (Gálatas 5:22–23)
"Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia." (Hebreos 5:8)
Jesús fue el hombre completo: con la dulzura del amor y el látigo de la justicia (Juan 2:15), sabía disfrutar de la amistad, pero también buscar el retiro en oración. Hablaba con sabiduría y sabía callar cuando era necesario (Lucas 20:26).
3. El carácter de Cristo se forma por comunión, no por imitación
No es cuestión de copiar a Jesús, sino de ser transformados por Él.
"Mas todos nosotros, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen..." (2 Corintios 3:18)
Como una flor que gira hacia el sol, nosotros debemos volvernos al Hijo para reflejar su luz.
Cristo tenía un carácter profundo pero alegre. Sabía reír, llorar, disfrutar, enseñar y confrontar. Tenía un sentido del humor agudo, especialmente ante la hipocresía religiosa (Mateo 23:24), pero también enseñaba con autoridad eterna.
"Cantad alegres a Dios..." (Salmo 100:1)
"Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran." (Romanos 12:15)
Cristo fue sensible, firme, puro, misericordioso y valiente. Y quiere formar ese carácter en nosotros.
Conclusión: La meta no es parecerse a Cristo, es que Cristo viva en nosotros
Ser como Cristo no es una opción para el creyente, es el llamado fundamental de la vida cristiana.
"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús." (Filipenses 2:5)
La meta del Padre no es solo salvarnos, sino transformarnos a la imagen de su Hijo. Que cuando hablemos, respondamos o actuemos, la gente pueda decir de nosotros lo que dijeron de Jesús:
"Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre." (Juan 7:46)
Y como dice 1 Juan 3:2, un día seremos semejantes a Él, no por esfuerzo humano, sino por gracia divina. Pero todo comienza hoy. En cada decisión, en cada actitud, en cada oración.
🙏 ¿Estás dejando que Cristo forme su carácter en vos?
¿Estás intentando parecerte a Él con tus fuerzas, o le estás entregando tu corazón para que su vida se forme en vos?
Hoy podés hacer esta oración:
"Señor, quiero tu carácter en mí. No una religión, no una imagen... tu vida en mí."